domingo, 31 de enero de 2016


SALARIO MÍNIMO:
SINÓNIMO DE MISERIA

El improvisado panorama económico colombiano, producto de las recetas financieras de la OCDE y el FMI, que vale la pena aclarar son las mismas que llevaron a Grecia y otros países que las acogieron a la quiebra, por un lado le dicen a países como Japón que debe aumentar los salarios para incentivar el consumo y en el caso colombiano que son muy altos y que desestimula la producción… El paupérrimo aumento del 7% afectado por una inflación creciente y una devaluación del peso colocan a 1.7 millones de colombianos, que según las cifras del gobierno devengan el mínimo, a subsistir en condiciones de miseria.
Colombia importa alrededor de 300 productos de la canasta familiar y según la Sociedad de Agricultores de Colombia “SAC” con una verdadera política agraria por lo menos produciríamos el 50% de esos productos. Solo por este indicador y a causa de la devaluación de la moneda frente al dólar,  el salario mínimo se afecta en más del 12%, lo que equivale a decir que el aumento del salario está por debajo del incremento del costo de vida.
Como si no fuera suficiente con el ojo lloroso, se le echa sal… Se avecina una reforma tributaria que pretende sustituir los errores de la economía sustentada en la extracción minera, ampliando impuestos regresivos como el IVA que según comisión de expertos que la están estudiando y construyendo pasaría del 16% al 18% y como si fuera poco se gravarán más productos de la canasta familiar con dicho impuesto; dicha reforma contempla además el incremento de los impuestos territoriales, o sea los que cobran los municipios, los asalariados que devengan por encima de un millón quinientos mil pesos quedarán en la obligación de declarar impuesto de Rentas.
Estamos frente a una economía que más parece una colcha de retazos, a la que sólo se le hacen remiendos temporales que permiten sostener indicadores amañados y de momentos, mientras que la base de la economía, crece hacia el rebusque, el subempleo y la ilegalidad. Cada vez más, las clases media y baja soportan el peso de las reformas tributarias, mientras que a los grandes emporios económicos se les extienden exenciones, deducciones y demás prebendas en materia de impuesto, bajo el supuesto de generar nuevos empleos que en la realidad nunca aparecen, sino en las cifras del gobierno.

EMIRO RAFAEL BERDUGO RIVERA
Contador Público

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