La Madre Tierra siempre es prodiga y abundante…
El
tema a tratar nunca perderá vigencia y más en estos tiempos cuando todos
sentimos el apretón de la naturaleza que parece resistirse frente al maltrato y
abuso de los seres más depredadores del planeta como somos los hombres y
mujeres que lo habitamos. Es por ello que de todos los rincones del mundo
surgen voces y clamores reclamando trato
equilibrado y sensato a nuestra madre
tierra.
El
Papa Francisco en meses pasados ha lanzado un bello escrito sobre el cuidado de
la casa común titulado “¡LAUDATO SI¡” basado en un cántico de
San Francisco de Asís quien encarnando esa sensibilidad espiritual, logró
despertar el respeto y amor por toda la obra maravillosa del Padre Dios, cantando
las alabanzas al Dios Creador.
El
Santo Padre inspirándose en este santo medieval, hace un llamado a todos los
habitantes de la tierra para que con sentido espiritual, cuidemos de ella, y no
la maltratemos como un objeto de propiedad el cual se puede usar y abusar sin
medir consecuencias. El planeta tierra es la Casa Común en la que habitamos
todos, y la responsabilidad de cuidarlo y preservarlo también es de todos.
La
Palabra de Dios, en el libro del Génesis, nos cuenta como Dios desde su integra
voluntad se dedicó a crear cada uno de los elementos que conforman nuestra
naturaleza. El texto sagrado es tan
delicado que le da a cada día de la creación la acción profunda de Dios que va
haciendo las cosas de la naturaleza y les inyecta su vida, su fuerza y su
energía divina. El mismo libro del génesis nos relata como el Autor de todo lo
creado, le transmite al ser humano la tarea de cuidar, proteger y mejorar toda
esta obra maravillosa.
El
hombre y la mujer creados por Dios son, o mejor somos, colaboradores en esta tarea de proteger lo creado. De lo que
produce la tierra sacamos el sustento para todos. La Madre Tierra siempre es
prodiga y abundante. También reacciona frente a los abusos y atropellos que
cometemos contra ella. No hay que asombrase cuando vemos que los cambios
climáticos causan desastres, representados en inundaciones, derrumbes,
crecientes de ríos y caños, sequias prolongadas que dejan sin vida animales y
cultivos, fuertes vientos que llegan a la categoría de huracanes y vendavales con
grandes destrozos.
La
mano inmisericorde del hombre contra la Madre
Tierra es la causante de todos estos implacables fenómenos naturales.
Muchos le echan la culpa a Dios, cuando la culpa ya sabemos de quien es. Y los más
maravilloso es que está en nuestras manos la solución a estos males y la
salvación del planeta.
El
Papa Francisco en su Encíclica “LAUDATO SI”, quiere llamar la atención a cerca
del cuidado y manejo adecuado a nuestro planeta, sintetizando ejemplarmente
todo lo que se ha venido diciendo y
orientando en las últimas décadas en lo referente al medio ambiente. Nos
invita a responder de una manera eficiente a esta necesitad medio ambiental.
Para
manifestarnos eficazmente, hay que dejar de lado los discursos y disertaciones
vacías y emprender acciones eficaces que contribuyan a una reparación inmediata
al daño causado en nuestros ecosistemas. Hay que emprender tareas inmediatas a
favor del equilibrio medio ambiental. Esas faenas, no es necesarios decirlas
aquí, pues cada uno con su conciencia de ser humano racional, sabe lo que hay
que hacer. A partir de este momento, hay que dejar de postergar la hora cero
para dar comienzo al ejercicio de cuidar nuestra casa común sintiendo que es
una responsabilidad personal, como lo dice el Santo Padre en su Encíclica, que
nos debe mover inmediatamente a emprender la tarea de responder con trabajos
concretos para restablecer los daños y dejar a las generaciones venideras un
casa bien organizada y duradera.
Queda
pues en manos de cada persona la seria responsabilidad frente a lo propuesto
por el Papa para que hagamos de nuestro planeta un bello lugar y porque no, un
Paraíso común, en el que todos podamos vivir sin la zozobra y la inquietud del
desespero de ver que las cosas se deterioran día a día. Que nuestro aporte sea
efectivo, afectivo y ya. No dejemos para después que puede ser
tarde.
Samuel
Aristizábal Echeverry.
Presbítero
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